martes, 3 de abril de 2018

Publicación y difusión de nuestro manifiesto con motivo del Día Internacional de la Mujer

El pasado 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, aprovechamos para llamar la atención sobre la importancia que reviste la ACCESIBILIDAD UNIVERSAL en clave de GÉNERO.
Las mujeres hemos luchado y seguimos luchando por ganar visibilidad, reclamar nuestro papel en la sociedad, arañar cada centímetro de presencia social y de derechos; lucha que se torna titánica cuando a la condición femenina se une la discapacidad.
Por eso, aunque somos como las demás, este 8M reivindicamos accesibilidad.

Este es nuestro MANIFIESTO:

Nosotras, aunque somos como las demás, este 8 de Marzo reivindicamos ¡ACCESIBILIDAD UNIVERSAL!
Hablar de accesibilidad es hablar de libertad, de inclusión y de igualdad de oportunidades; condiciones todas necesarias y deseables para cualquier persona. Todas deseamos y tenemos derecho a poder tomar decisiones y actuar libremente en una comunidad en la que nos sintamos incluidas y en la que se nos brinde la igualdad de oportunidades. La calidad de una sociedad se mide por la capacidad de garantizar lo anterior a toda la ciudadanía. Sin embargo, para ciertos colectivos, como el de las personas con discapacidad, los mencionados DERECHOS están lejos de estar asegurados, pues aún contando con legislación suficiente para hacerlos respetar, la realidad es que muchas personas vivimos (y en algunos casos, sobrevivimos) en entornos incapacitantes, discriminatorios, y en definitiva injustos, debido a que ciertos derechos fundamentales, como el derecho a la accesibilidad universal, no son respetados. Y si eres una mujer, aún menos.
Por accesibilidad universal se entiende la condición que deben cumplir los entornos, procesos, bienes, productos y servicios, así como los objetos o instrumentos, herramientas y dispositivos, para ser comprensibles, utilizables y practicables por todas las personas en condiciones de seguridad y comodidad y de la forma más autónoma y natural posible; presupone la estrategia de “diseño para todos” y se entiende sin perjuicio de los ajustes razonables que deban adoptarse. Es decir, se trata de un concepto amplio que afecta a todos los ámbitos de la vida. Lo mismo que el hecho de ser mujer.
¿Qué pasa si una mujer con discapacidad intelectual está sufriendo violencia machista y quiere pedir ayuda? ¿Cómo lo hace? ¿Está el tan difundido 016 preparado para responder en esos casos? ¿Existe algún recurso al que pueda acudir? ¿Y si es una mujer con discapacidad visual o usuaria de silla de ruedas la que necesita ayuda para huir del infierno? ¿Están los albergues y casas de acogida adaptadas? Este, aunque de máxima gravedad, es sólo un ejemplo de lo que supone no tener en cuenta la perspectiva de la accesibilidad en clave de género.
La accesibilidad, tal y como la hemos definido, ha sido abordada hasta ahora como una dimensión neutra, cuando en realidad se trata de un elemento fundamental en el ejercicio de los derechos humanos con una clara pertinencia de género. La confluencia de ambos ejes, el género y la discapacidad, propicia situaciones de vulneración de derechos que siguen pasando totalmente inadvertidas y que deben ser abordadas de manera sistemática a partir de un nuevo enfoque, que ponga el acento en aquellos ámbitos donde la ausencia de accesibilidad desde el punto de vista femenino resulta de especial relevancia.
La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, en su artículo 9, establece que se tienen que tomar las medidas necesarias para asegurar el verdadero acceso de las mujeres y niñas con discapacidad al entorno físico, el transporte, la información y la comunicación, incluyendo las tecnologías y los sistemas de información y comunicación, así como otros servicios e instalaciones abiertos al público o de uso público, tanto en zonas urbanas como rurales. Sólo de esa manera se puede combatir la desigualdad estructural que sufrimos las mujeres, y en especial, aquellas que tenemos alguna discapacidad.
Nosotras no somos ajenas a los imperativos del patriarcado, pero este ejerce sobre nosotras una influencia con notables diferencias respecto al resto. Aunque mujeres que somos, debido a la discapacidad los roles tradicionalmente femeninos no nos son adjudicados (maternidad, cuidados, trabajo doméstico, etc); y al mismo tiempo, la desigualdad entre sexos se mantiene dentro de nuestro colectivo. Sufrimos eso que tradicionalmente se ha venido a llamar “la doble discriminación” o, más recientemente, la “discriminación múltiple”, debido a la discapacidad, el género y todo lo demás. Así pues, para nosotras ese "techo de cristal" se convierte en paredes de grueso hormigón. Pero hasta las más robustas paredes se pueden derribar con las herramientas adecuadas. Y una de ellas es la accesibilidad universal.
Al incorporar una correcta transversalidad del género en las medidas, planificación, proyectos, programas y auditorías en materia de accesibilidad, se garantiza que las mujeres y niñas con discapacidad podamos vivir de manera autónoma y participar plenamente en todos los aspectos de la vida en igualdad de condiciones con las demás personas. Garantizar que el diseño de entornos, bienes y servicios tomen en consideración las necesidades y demandas específicas de la población femenina con discapacidad, no sólo es una urgente necesidad, también es una cuestión de JUSTICIA social.
Por todo ello, desde ELIMINANDO BARRERAS queremos aprovechar este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, para llamar la atención sobre la importancia que reviste la ACCESIBILIDAD UNIVERSAL en clave de GÉNERO. Las mujeres hemos luchado y seguimos luchando por ganar visibilidad, reclamar nuestro papel en la sociedad, arañar cada centímetro de presencia social y de derechos; lucha que se torna titánica cuando a la condición femenina se une la discapacidad. 

Por eso, aunque somos como las demás, hoy reivindicamos accesibilidad.

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