lunes, 23 de abril de 2018

Una primavera excluyente

Como cada año la primavera llegó, y con ella los dos grandes acontecimientos festivos de nuestra ciudad: la Semana Santa y la Feria.

Importante motor económico, la Semana Santa mueve millones de euros y mantiene viva tradiciones económicamente rentables, basadas en lo religioso, pero sobre todo en lo festivo. Una fiesta popular que, sin embargo, está siendo objeto de una privatización desmedida y que cada vez resulta más difícil calificarla como tal. La Semana Santa apela a la emoción y a la devoción pero, sobre todo, apela a la pela, como dirían por ahí arriba. Resultarían sino inexplicables ciertos hechos a menos que se basen en la lógica del máximo beneficio económico. Lógica que además de privar al pueblo de sus calles durante buena parte de la Semana, convierte lo absurdo en tradición.

Además de la intrínseca dificultad que conlleva el poder disfrutar y participar de la Semana Santa en igualdad de condiciones por parte de las personas con discapacidad, entre otros motivos, por el incumplimiento sistemático de cuanta normativa y legislación le atañe en materia de accesibilidad (por ejemplo, el Decreto Andaluz 293/2009), en los últimos años se ha sumado a la fiesta un hecho aberrante que parece formar parte ya de la tradición: cubrir con cemento ciertos rebajes de la Campana y el Duque para colocar más sillas, obligando así a las personas usuarias de silla de ruedas a ir por la carretera al no poder acceder a la acera. Cierto es que la Campana se peatonaliza durante la semana y que según el Señor delegado de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores, "hay vías muy cercanas de acceso, a unos 10 metros". Sin embargo, la peatonalización de la zona no es solución suficiente y la justificación resulta insultante. En primer lugar, porque transitar por el adoquinado de la calzada con una silla de ruedas es tremendamente molesto, y en segundo lugar, porque suponiendo que esos accesos a 10 metros sean ciertos, no evitan tener que dar un gran rodeo para subir a la acera y poder así acceder a los comercios y edificios... Y eso sin mencionar qué autoridad tiene nadie para decirnos por dónde debemos pasar...


Rebajes tapados permanentemente: una discriminación en toda regla

De este modo, con la mencionada “tradición” de tapar los rebajes, la imposición de circular por la 
incómoda carretera se justifica por la imperiosa necesidad de poner un par de sillas más en la Carrera Oficial. Y ni qué decir tiene que dicha práctica supone una dificultad añadida a la hora de desplazarse por la zona en busca de cofradías. Un despropósito desde todos los puntos de vista, pues se supone que el Ayuntamiento debe garantizar la accesibilidad, no destruirla.

No valen excusas a la hora de respetar los derechos de la ciudadanía, y la accesibilidad lo es. ¿Por qué algunas personas tenemos que dar más vueltas que nadie para movernos por la zona y sufrir con el adoquinado por “un par” de sillas más? ¿No está ya suficientemente privatizado y copado por miles de sillas el centro de la ciudad durante Semana Santa?


Barreras que se repiten en cada Semana Santa

Pero hay más. Dicha tradición semanasantera la inauguró el anterior gobierno municipal del PP, y 
aunque al segundo año y ante la protesta de ciertos colectivos y ciudadanas anónimas prometió el entonces señor alcalde que no lo volvería a hacer, mintió y continuó tapando rebajes hasta que las urnas le indicaron la puerta de salida. ¡Menos mal! Pensamos algunas personas con la esperanza de que el por entonces nuevo gobierno socialista, tan crítico con la gestión del anterior, no cometería sus mismas barbaridades… nada más lejos de la realidad.


Una imagen vale más que mil palabras

El alcalde Juan Espadas y el ya mencionado delegado de movilidad, Juan Carlos Cabrera, son 
conocedores del malestar que provoca tamaña tropelía, y por ello, cada año intentan acallar las quejas a base de promesas tan vacías como insultantes, ya sean proferidas en una reunión mirándote a los ojos o través de un tweet. ¿Dónde ha quedado aquel compromiso de no seguir la absurda estela del gobierno del PP, al menos en lo que a no destrozar la exigua accesibilidad de la ciudad se refiere? No sabemos si tal desoído se debe a la externalización de los servicios municipales en manos privadas o simplemente a que, como el anterior, el actual Ayuntamiento antepone el beneficio económico en detrimento de la ciudadanía, especialmente de aquella que más complicado lo tiene para moverse por su ciudad.

Este gobierno socialista no solo no está solventando los errores e injusticias de su antecesor en materia de accesibilidad, sino que los está afianzando como una característica más de nuestra querida Sevilla. Querida por toda su ciudadanía, pero no del todo accesible para algunas personas.

De nada nos valen los gestos bienintencionados y las declaraciones cargadas de buenismo barato, como la proclamación a los cuatro vientos de la adjudicación de no sé cuantas plazas y palcos de la Carrera Oficial. Las migajas pa los patos, querido Señor Cabrera.

Y aunque llamativo, lo que ocurre con los rebajes tan sólo es una pieza más de todo un corolario de incumplimientos que en materia de accesibilidad tiene también su reflejo en el propio ejercicio de la fe.

El citado Decreto andaluz establece las condiciones de accesibilidad que deben cumplir tanto aquellos espacios reservados para la celebración de festividades religiosas como los templos e iglesias. Sin embargo, desde que entró en vigor hace ya 9 años, no se cumplen, por ejemplo, las reservas exigidas de plazas para personas usuarias de silla de ruedas en los diferentes tramos de la Carrera Oficial en Semana Santa (mucho me temo que la mencionada adjudicación de palcos y plazas del Señor Cabrera no subsana este incumplimiento). Hasta ahora, además, tanto el Ayuntamiento como el Consejo General de Cofradías compartían opinión en cuanto a emplazar los espacios reservados en lugares residuales, menos atractivos de la Carrera Oficial, y todos juntos como si de guetos se tratara, contraviniendo así lo establecido en el apartado 1. c) del artículo 76 del susodicho texto (Las plazas o espacios reservados no podrán ubicarse en espacios residuales y aislados y que no se hubieran concebido como asiento para su utilización por el público en general). La racionalización de tal incumplimiento, al parecer, se sustenta en el temor de que dichas plazas de reserva obligatoria puedan quedar vacías por falta de demanda; es decir, una vez más, se prioriza el beneficio económico y se da por hecho que las personas con discapacidad, como seres inertes que por lo visto parecemos, no somos potencialmente partícipes de una de las grandes fiestas de nuestra ciudad…

En cuanto a los accesos de templos e iglesias, cierto es que las exigencias de la normativa andaluza sólo afectaban a las construidas después de su entrada en vigor, quedándose por tanto, exentas de cumplimiento la inmensa mayoría de las iglesias sevillanas. Sin embargo, la aprobación del Real Decreto Legislativo 1/2013 de 29 de noviembre, marcó la obligatoriedad de que aquellas construcciones anteriores a 2010 realizaran también los ajustes razonables encaminados a garantizar la accesibilidad, y establecía como fecha tope para ello el pasado 4 de diciembre de 2017. Es decir, independientemente de su fecha de construcción, ya todas las iglesias y templos religiosos deben cumplir con unas condiciones mínimas de accesibilidad.

Pero el 4 de diciembre pasó, y el derecho al culto o al disfrute del patrimonio cultural de nuestra ciudad sigue estando restringido para algunas personas. Quizá en algunos casos, por motivos arquitectónicos, sea especialmente complicado asegurar la accesibilidad de forma permanente, pero aunque sólo fuera por solidaridad o respeto a la libertad religiosa de las personas con dificultades de movilidad o usuarias de silla de ruedas, deberían instalarse durante las horas de culto rampas desmontables de madera, tal y como se hace para la salida y entrada de los pasos que procesionan en Semana Santa o en otras ocasiones. Lo contrario supone vulnerar un derecho fundamental recogido en la Constitución, como es el derecho a la libertad de culto y de creencia religiosa. Curioso comportamiento por parte de quienes están llamados a velar por la moral del prójimo… Pero como no queremos ofender, mejor callar, que para ofendidas ya estamos las personas con discapacidad.

¡Y qué decir de la Feria que acaba de terminar! Pues que dejando al margen valoraciones sociales, supone una prueba más de la descarada negligencia de la que hace gala el Ayuntamiento hispalense cuando se trata de cumplir con las normas de accesibilidad de rango obligatorio.

Además de ser el otro enormemente lucrativo acontecimiento del año, comparte con la Semana Santa el dudoso honor de ser otra descarada trasgresión del principio de accesibilidad universal. En el reiteradamente nombrado Decreto 293/2009 se establecen, por ejemplo, las exigencias mínimas de accesibilidad que deben cumplir las casetas en cuanto a que, independientemente de su capacidad o superficie, tienen que tener todos los accesos exteriores accesibles y al menos uno de los aseos debe estar acondicionado para poder ser usado por personas usuarias de silla de ruedas… No hay mejor prueba que la experiencia directa. 

Además de lo complicado que resulta satisfacer determinadas necesidades fisiológicas en el lugar adecuado y acceder a todas las casetas sin restricción, el mero transitar por el Real puede llegar a ser un infierno sin necesidad de pasar por la calle donde están los “cacharritos”; los cuales, por supuesto no son accesibles, y aunque podría considerarse éste un mal menor, lo cierto es que el Artículo 28 del Decreto andaluz también establece las condiciones de accesibilidad que deben cumplir las instalaciones, construcciones y dotaciones para actividades temporales, ocasionales o extraordinarias, dentro de las
cuales se incluyen las atracciones de feria (por estar éstas relacionadas en el Nomenclátor y el Catálogo de Espectáculos Públicos, Actividades Recreativas y Establecimientos Públicos de la Comunidad Autónoma de Andalucía). Cabría preguntarse pues, ¿hay alguna atracción en la Feria de Sevilla que sea accesible y cumpla, por tanto, con lo dispuesto en el mencionado artículo?

Como digo, puede que entre tanto incumplimiento éste sea de los menos graves por su escasa afectación en la vida diaria, pero es un detalle a tener en cuenta, sobre todo si aún resides en tu más tierna infancia, cronológica o mental, y el hecho de tener que deambular con una silla de ruedas no te ha privado del deseo, un pelín morboso, de disfrutar echando una buena vomitona desde lo alto del Top Gun, por ejemplo... Con lo cual, podríamos concluir que hasta el grotesco "derecho de disfrutar potando" está regulado por la normativa de accesibilidad universal...

Dicho todo lo cual, no deja de ser “curioso” que en una ciudad en la que tanto arraigo tienen y tantísima importancia se les da, en cuanto a motor económico y seña de identidad se refiere, ambas fiestas mayores, “ejemplo de la sevillanía pura y dura y el orgullo de su gente”, sean especialmente inaccesibles para las personas con discapacidad.

Así, como cada primavera, un inconfundible aroma, mezcolanza de azahar, incienso y fritanga, inundó una vez más las calles de Sevilla. Envoltura olorosa y colorida que guía al transeúnte que busca entre ese característico gentío callejero la pretendida esencia de nuestra ciudad. Y con ella, el embeleso de los sentidos, el fervor popular, el devenir de imágenes engalanadas, las casetas abarrotás y esa inmensa luna llena que preside cada madrugá… todo un deleite para quienes se entregan sin mesura a la pasión y al “rebujito” por igual.


Rebajes en el recinto ferial de 2018 que incumplen normativa e impiden la autonomía
a muchas personas. ¿Cuanto tiempo hay que esperar para conseguir una feria para todos?

Con la Semana Santa y la Feria vuelve cada año ese inevitable viaje hacia el centro de lo que para muchas personas es Sevilla, su esencia. Pero también, vuelve la constatación de que con ambas Fiestas Mayores se fomenta la desigualdad y la dificultad, presididas por un sinsentido impuesto por quienes deberían velar por la seguridad y comodidad de toda la ciudadanía.

Según la Disposición adicional duodécima del archimencionado Decreto, en caso de constatación de incumplimientos en materia de accesibilidad y supresión de barreras arquitectónicas, las correspondientes Administraciones Locales deberán dictar órdenes de ejecución a los titulares de los bienes en los que tengan lugar los referidos incumplimientos, con objeto de llevar a cabo las actuaciones necesarias encaminadas al cumplimiento de la legislación en materia de accesibilidad.  Pero, qué hacer cuando es el propio Ayuntamiento el principal infractor. ¿Quién sanciona al sancionador? 

En relación a los rebajes, el Señor Juan Espadas hace un par de años afirmó vía twitter que “aún quedan cuestiones por mejorar” y que están trabajando en alternativas para garantizar la accesibilidad. Esperemos que el Señor alcalde no se pierda en la búsqueda de alternativas absurdas y se limite simplemente a cumplir la ley en materia de accesibilidad. Quienes llevamos años denunciando esta práctica, por otra parte ilegal, la consideramos una falta de respeto a la ciudadanía, además de un gesto de inmensa incoherencia, pues quien debería garantizar la accesibilidad de la ciudad, la destruye y convierte en suplicio aquello que se vende como seña de identidad.


Año 2016, cuando el alcalde mostró su voluntad de fomentar la accesibilidad en las fiestas primaverales de Semana Santa y Feria:

Artículo "Semana Santa, el calvario de las sillas de ruedas"

Artículo "El alcalde de Sevilla anuncia un plan de accesibilidad para Semana Santa y Feria"

Año 2017, cuando el alcalde contesta a la resolución del Maeztu, Defensor del Pueblo Andaluz, mostrando su voluntad de avanzar en la accesibilidad en la Feria, o cuando el Delegado de Movilidad anuncia el fomento de la accesibilidad universal en la Carrera Oficial

Artículo "Espadas valora la resolución de Maeztu por la accesibilidad en la Feria y muestra su "voluntad" de avanzar"

Artículo "Vamos a fomentar la accesibilidad universal en la Carrera Oficial"

Insto al Señor alcalde y al Señor delegado de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores a replanteárselo de cara al año que viene. Y si las críticas razonadas y el malestar de la ciudadanía no son suficientes, les invito a darse una vueltecita por esos adoquines de la Campana o por el Real de la Feria en silla de ruedas... quizá la experiencia directa sea el mejor de los argumentos...


Aseo accesible de la caseta del Ayuntamiento de Sevilla en la Feria de 2018,
con numerosos incumplimientos de la normativa de accesibilidad. 

Mientras, solo nos queda esperar a que el año que viene llegue por fin una primavera festiva 
verdaderamente democrática y disfrutable por toda la ciudadanía sevillana, con una Feria deslumbrantemente respetuosa y una Semana Santa que no suponga un calvario para nadie y respete lo verdaderamente sagrado, los derechos de la gente.

Eugenia Carrasco-López

Miembro de Eliminando Barreras

1 comentario:

  1. Han preguntado a las personas con movilidad reducida si están conforme con las mejoras para la accesibilidad ???

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